Fecha ingreso: 16-03-09
Cirugía: 17-03-09
El día 16 de marzo me indican que el ayuno comenzará a las 10:00 de la noche, eso siempre parece una tortura, pues la cena tan ligera es a las 6:00 de la tarde en los hospitales.
Al día siguiente me despiertan, me vendan los pies, me quitan los calzones y me dan montón de indicaciones. El paseo estaba por comenzar; a la camilla y a esperar. Sí, la sala de espera es un cuarto enorme y frío, en ella hay muchas camillas con pacientes en bata verde.
A las 7:00 de la mañana ya vendada, con el punzo y en apariencia, psicológicamente preparada para entrar al quirófano.
Revisando el expediente: consciente, ligeramente pálida (ese era mi color de piel), cooperadora (no me quedaba de otra) y toda la clase de análisis físico que te hacen las enfermeras; ojos, uñas, pies, cabello...
A las Ocho menos quince, otro paseo por camilla.
¡En el Quirófano!
Acostada y con mucho nerviosismo observando cada paso, ellos continuaban su trabajo conectándome los electrodos, las máquinas, los instrumentos filosos, desinfectantes y supongo que todo lo necesario para una operación.
El anestesiólogo llegó temprano pero mi cirujano no aparecía.
-Anaklara Espiritrompa, te pondré la anestesia y entrará por la venoclisis.
Anestesia inhalatoria; mascarilla. -Inhala, exhala, inhala, exhala, in..., la... (Cada ves la voz la escuchaba más lejana e insistía en mantener los ojos abiertos, -ábrelos, ¡no los cierres!-, pensaba.
(Bzzzzz, no supe más)
Desperté en la sala de recuperación con oxigeno y "aparatitos" ruidosos por todos lados. No podía moverme y no experimentaba algún dolor, me encontraba desorientada, quería saber a qué hora me subirán a mi cuarto (después de un par de días en el hospital me suelo adueñar por algunos días de la habitación, llámandola "mi cuarto"... sí que es un cuarto de cuarto... -carcajada-).
Mi cabeza y yo: ¿dónde está mi mamá?, ¿Ya le avisaron?, ¿estoy viva?
(A lo lejos unos pasos y una voz)
- ¿Anaklara Espiritrompa?-
- (silencio)
- ¿Cómo estás?
- No te das cuenta de que no puedo hablar bien. (muy despacio y eso quise decir)
- ¿Cómo?
- SI, ESTOY BIEN- con un tomo muy bajo intentando dar un grito.
¿Qué era estar bien o mal en ese momento? yo estaba.
- Debemos hacer esta clase de pregunta, porque alguno se quedan mudos, pero estás bien. Ya puedes descansar.
No podía dormir y estaba demasiado ansiosa en aquella sala de "recuperación", si tan sólo la recuperación se diera en esas horas, todo feliz de operarse y los médicos tendrían más empleo, quizá.
Quería mi habitación, quería a mi mamá y quería que me dijeran qué tal se veía mi cuello. Subí después de mucho tiempo, pero mi mamá no estaba, le pedía a toda enfermera y camilleros que pasaban que por favor le avisaran a mi mamá.
Confieso que lloré al hablar con una enfermera, le decía que quería a mi mamá y que los encargados no le habían avisado. Ésto me da risa y un poco de pena, pues una semana antes de la cirugía me habían internado y en el mismo cuarto había una señora a la que le quitaron el tiroides, su cicatriz era de 3 cm, pero ella lloraba porque quería a su esposo, yo me burlé, dije -qué mujer tan más chillona. Ese día, la entendí.
Después de 10 minutos, mi mamá llegó, la enfermera sí le avisó.
Pasaban los efectos de la anestesia y tenía dolor hasta en los talones, me daba la sensación de tener quemaduras en todo el cuerpo.
Seguía en cama con gasas cubriéndome el cuello, sin olvidar la enorme y nada bella bata verde.
-Mucho gasto, -decían y repetían- cambio. (El gasto es el volumen de un líquido que atraviesa una sección de un conductor en un segundo.)
Así que iban a cambiarme las gasas, la bata, las gasas... Eso no era nada bueno.
Escucho la voz de mi vecina de cama, a la que operarían del estómago.
-Pero qué bonita, parece gargantilla,
(No podía ser eso cierto, pues tendría que ser de 3 cm, como la de mi compañera, la chillona. Además, no podía verla, pues me veía de lado, no de frente.)
-¿Cómo?
-Sí, está bien bonita, desde la oreja.
(No podía estar bonita, cómo se atrevía a decirme eso.)
-Mamá, ¿la tengo desde la oreja?
-Sí.
Dolor, dolor y más dolor por casi todo el cuerpo, pecho, costillas, pies, brazos, cabeza y curiosamente, menos el cuello, gasas y más gasas, cintas, despega, arranca, sí, cada cinta pegada al despegarla arrancaba piel. Me sentía golpeada o atropellada, sin saber que es estarlo.
Fue una noche muy mala y larga, sólo recuerdo y no como sensación, pues en ocasiones se olvida la intensidad del dolor físico, pero no era algo agradable.
Al día siguiente
- ¿Anaklara Espiritrompa?, ¿Anaklara Espiritrompa? - La voz del cirujano.
- ¿Por qué me hizo ésto?, le reclamé.
- Fue una operación muy difícil, los ganglios del lado izquierdo estaban adheridos a la yugular interna, estaba todo muy feo y se lastimó una conexión linfática, debemos sanarla con el medicamento, debe disminuir el gasto, de lo contrario debemos ver otra alternativa (operación) y tuve que abrir hasta la oreja, del lado derecho saqué todo, no podíamos arriesgarnos.
- Está bien, gracias.
Indicaciones del médico
- Queda en ayuno 5 días. El lunes vemos si puede tomar líquidos.
Eso no me agradó ni tantito, aún con suero sí da hambre.
Y el medicamento que disminuiría el gasto tenían que inyectarlo durante una semana 3 veces al día. Ese medicamento lo odié, tan caro y tan feo. No es que lo caro le quite lo feo, para nada, sólo era el dato curioso ya que fui una afortunada al recibirlo -risas-.
Recuerdo algunos alimentos de la semana, digo, medicamentos.
1. Ketorolaco
2. Omeprazol
3. Gluconato de calcio
4. Daxamentasona
5. No recuerdo, pero era algo de dorafoxina
6. Octreotide (.05 inyectado en brazo, es el medicamento odiado, provocaba náuseas, mareos, dolor.)
7. Potasio
Por fin Lunes
Mi desayuno fue: Un té, sin azúcar, Un cubito de gelatina y un atole de agua.
Mi comida fue: Un té, sin azúcar, tres cubitos de gelatina verde y un atole de agua.
Mi cena fue: Comidita
Creí que devoraría con ansiedad todo. No comí, me dolía la cabeza, no podía abrir la boca, me ardía la garganta. Pero fue un día en el que tomé consciencia del peso de la cabeza, pesa bastante y un cuello herido es muy débil.
Poquito a poco pude comer poco de lo que me llevaban. La inflamación parecía que aumentaba.
Pasó una larga semana y ¡DE ALTA!
La "altas" me emocionaban, podía hacerme la sana para poder estar en casa, y así lo hice. Saliendo a la calle, respiré el aire "puro" que me ahogaba, también me daban náuseas e insistía que era el humo de algún fumador inconsciente en "área libre de humo".
Me molestaba, repitiendo, -Qué no ven que hay enfermos, y que les da asco y les hace daño ese olor.-
Sí, estaba con estrés, harta y cansada de esperar, pues a las 8:00 de la mañana me dieron el aviso de alta y salí a las 5:00 de la tarde.
El día 24: EN CASA.
Hallazgos: Lóbulo tiroideo izquierdo de 2x 3x 4 de características macroscópicamente normales, ganglios niveles II y III adheridos a yugular interna indurados de diversos tamaños se aglomeran entre sí, lóbulo tiroideo derecho de 2x 3x 4 indurado, con ganglios.
Llegando a casa me dormí, qué rica la cama de uno y las camas cómodas de otros. Cuando desperté me dolía la cara, la espalda, nuca y brazos.
El miércoles comí, qué rica la comida hecha en casa, aunque fue muy poco no lo disfruté tanto. Estaba acostada y la pasé acostada. Algo muy extraño experimentaba mi cuerpo y me estaba dando cuenta de ello, hormigueo en manos, cara y piernas. No dije nada, creí que era mejor esperar hasta la retirada de puntos y drenaje penrose, era al día siguiente, jueves.
JUEVES
En la ducha, poco me lavé. Mis manos estaban torpes, las boca dormida, los pies se me doblaban y tenía tics en los ojos. No aguanté más, así que le dije a mi mamá, le hablamos al doctor, nos dio indicaciones de comprar "caltrate D" y tomara dos pastillas, lo hice, pero no funcionó.
Tenía miedo, no sabía que me pasaba. Llegando al hospital me tomaron muestra de sangre y el cirujano me dice:
- Anaklara Espiritrompa... es normal, después de una cirugía como la tuya, puede haber descalcificación. Yo entiendo tu angustia, cuando voy a nadar me dan calambres y me asusto. (Pobre, imagino que se sentía culpable por no mandarme carbonato de calcio y ver mi cara de angustia y miedo. Ah, y la hipocalcemia es completamente distinta a un calambre).
Se retorcían los dedos, ya no podía ver bien, me pusieron un punzo y una bolsita de calcio, me llevaron a dar un paseo a la sala de quimioterapia, parecía agradable, todos con sillón cómodo y música clásica, imagino que creían que llevándome a esa sala me sentiría mejor.
Me llevaron a "control" y esperé horas para poder tener cuarto nuevamente.
Me hicieron las pruebas de Trousseau y chevostek, mis favoritas cuando uno tiene el calcio bajo,
26 de marzo de 2009.
Regresé al hospital.